Por:
María Eugenia Betancur Ríos
Lic en español y literatura
Facultad de Educación
Universidad del Quindio.
La tradición literaria en Argentina configura e incorpora el entorno globalizado, por ser una literatura que hace frente a ciertas dicotomías académicas referentes a escrituras nacionales, al concentrar obras que llegan del exilio.
Guillermo Martínez nacido en Bahía Blanca, Argentina, en 1962, es Licenciado en matemáticas y especializado en lógica, por la Universidad de Buenos y Aires y, Doctorado en Matemáticas por la universidad de Oxford, es heredero de la tradición de Borges, Caseres y Piglia, además, en sus novelas prevalecen algunos rasgos históricos de la novela policiaca, propuestas por Poe y Doyle en sus inicios, cuando es creado el inmortal Sherlock Holmes en su aparición literaria en 1981.
La utilización del intertexto, la contemplación marginal del extranjero, el ideal posmoderno del espacio urbano; como escenario de vida, con problemáticas e intereses personales y comunitarios diferentes, el entrecruce de historias que se introducen en el relato y originan un diálogo discursivo severo, la ironía de la que se sirve para entablar conjeturas, y las metáforas en las que se apoya para adornar sus ideas; son una constante en la literatura argentina de estos tiempos, algo que va a ser retomado por Guillermo Martínez, en su novela, Crímenes imperceptibles.
El relato policial define su presencia en la novela Crímenes imperceptibles, a partir un tono ingles clásico, y de una estructura dialógica, pues hay un interlocutor que sigue cautelosamente las instrucciones del investigador y hace una narración precisa, con la ayuda del procedimiento de la analepsis, los hechos que surgen, necesitan ser aclarados desde el pasado hacia el presente, en un proceso dinámico, de extraer pistas, reunirlas y socavar en las profundidad del asunto. Al estilo de los grandes detectives del mundo.
Así mismo, el relato policial ha sido ambientado en la gran ciudad, espacio vinculado con la posibilidad del anonimato y el ocultamiento de la identidad del criminal, en este caso la ciudad posmoderna deja entrever la ciudad de Oxford, sus edificios,( el Instituto de matemáticas) , el Blenheim Palace, sus teatros , supermercados, los monumentos (gárgolas, cúpulas medievales ), el ómnibus (bus de dos pisos), sus puentes, calles y sitios de diversión, el hospital Radcliffe de siete pisos , el Court de Royal Tennis del siglo XXI en que había jugado Eduardo VII, contraponiendo el deporte del Tennis con sus canchas de arena y polvo de ladrillo, sus museos ( el Ashmolean), el pequeño café en Litle Clarendon etc.
Al autor le interesa mostrar un lenguaje artificial y enmarañado de teorías, teoremas y principios matemáticos, físicos y geométricos, y hasta filosóficos. Todo un juego del lenguaje a disposición de un lector que sigue su trama ficcional y misteriosa; un resultado estético, literario y virtuoso.
Guillermo Martínez, pasea su obra entre la sencillez y la compostura que advierten sus personajes, sujetos arrojados a las matemáticas en la aristocrática Oxford, seres sumidos bajo la obsesión de develar lo que se encuentra oculto y que es a veces trivial, pero que se concentra en sus mentes, y espíritu mismo.
Su obra destaca por su singularidad y por ajustarse al modelo marginal del extranjero; hombre de otra cultura, que se instala en un territorio nuevo y que busca incesantemente la verdad, aquella que podrá descifrar gracias a su modesta inteligencia matemática y a su tacto. Pero lo más interesante es la voz del narrador en primera persona, aquel que va contando y tejiendo los hechos, y es testigo del proceso de devenir que se da en la historia.
La lógica, la abducción, el razonamiento, la sospecha, la intuición, la demostración- refutación, la visión y proyección del pensamiento, el discurso científico, el concepto de verdad y de incertidumbre, la evidencia y la hipótesis, el placer intelectual, entre otros, son elementos esenciales que permiten la construcción y resolución de su trama: crímenes en serie, que desde la óptica de la investigación provocan en sus receptores una ansiedad constante, instaurando el anhelo de poder explicarse las paradojas de la historia .
El amor, se asoma de manera superficial, hay un acercamiento amoroso entre el joven matemático becado y la Enfermera Lorna, Esa manifestación de “amor” se hace latente y fugaz. También, se postula el amor, como el afecto que se tiene por los seres más cercanos, sobre todo se hace paternal; al final de la novela, se aprecia claramente la coartada que Beth, mediante la cooperación de Seldom, para no ser descubierta como la asesina del primer caso, y este a su vez, como el cómplice, que daría lugar al entramado de crímenes, una secuencia que él mismo había creado y que seguramente terminaría. Por otro lado, el autor incorpora la muerte de un angstum, una especie de marsupial, que les sirve para hacer una analogía, con el sentimiento de protección que un padre ejerce sobre sus hijos (tratamiento anecdótico de Borges).
Por otro lado, La ciudad es el espejo de sus tradicionalismos, de la identidad que han forjado, bien sea que se sitúe en la periferia, en los suburbios o en el centro de la ciudad. Es así, como Martínez, acentúa su esfuerzo por impregnar en su novela, ese sentido marginal de lo deforme y lánguido de sus personajes, mereciendo ser mencionados: Mrs. Eagleton, una mujer inválida que pasa sus últimos días de vida, azotada por una enfermedad (cáncer) , El Ruso Podorov, quien caminaba encorvado de un lado a otro, y garabatea cada vez escribe una fórmula (2004:19), Frank Kalman, que no era un lógico profesional, pero en suma muy perspicaz, pues era el encargado de la manipulación simbólica y de los tets de inteligencia (2004:85), Kalman está internado en uno de los bloques del hospital , donde los enfermos se distribuían por pisos de acuerdo a su gravedad, algunos eran llamados despectivamente “sucios”, como se puede notar en la novela: “Y murmuraban sobre los sucios. Son los que llenan su bolsa dos veces por día y ellas tienen el trabajo adicional de cambiarlo por la tarde. No importaba cuál sea su estado real, “los sucios” no duran demasiado en la sala” (2004: 84).
Continuando con el conjunto de personajes marginales, se encuentra a continuación el hombre de barba larga, y ojos enrojecidos (2004: 95) era Ralph Johnson, el chofer del ómnibus, quien había logrado saltar fuera antes del choque, donde habrían muerto varios niños con síndrome de Down (2004:216), y su hija llamada a Caitlin (2004: 99), una niña desahuciada que necesitaba con urgencia un transplante de pulmón. También, cabe mencionar a Michael, el prometido de Beth, alto y corpulento, vestido con un frac arrugado, que ya no alcanzaba a cerrarle sobre el abdomen (2004:142), además del percusionista que tenia el incipiente mal de Parkinson (2004:147), y por ultimo, El mago René Lavand, del que tanto hablaba Arthur Seldom; un sujeto manco, que había perdido su brazo experimentando con la magia (2004:194).
Si bien es cierto, la historia inicia con la muerte (aparentemente natural de una anciana) , y continúa con dicha temática; la obra se encuentra fragmentada, hay una cadena de relatos que van tamizando la historia central, a la par con el recurso de intertextualidad, y que van siendo distorsionadas por el uso de la ficción; por ejemplo, los juegos del lenguaje de Wingestein, el juego de la historia de Cristo y las sectas que lo rodeaban, el perfil y la literatura psiquiátrica en semejanza con el cuento del genio en la botella de las Mil y una Noches, el recuerdo de la escritora Virginia Wolf, la filosofía de Kant, la estética de la investigación criminal , todo un cúmulo de discursos que alteran la historia y el orden lineal y lógico, interponiéndose en el hilo narrativo, pero que son la insignia y la legitima erudición de la novela .
En este proceso de escritura de Guillermo Martínez, la metáfora y la ironía, se recalcan con una sutileza muy fija:
“La música, es tan abstracta como la matemática, no puede distinguir categorías morales .en tanto sigas la partitura no me imagino una forma de detectarlo.-seguir la partitura… es lo que hice toda mi vida – suspiro” (2004:23).
“Entramos en silencio; nuestros pasos hicieron crujir las tablas de madera del piso. Se oía dentro, como un latido amortiguado, el vaivén sigiloso de un reloj de péndulo” (2004: 26).
“Vengo de un país al que llamaban e l granero del mundo. No te vayas hijo. Me decía mi madre, aquí nunca te va a faltar un pedazo de pan. Me fui, me fui, pero siempre llevo con migo esta miguita de pan” (2004:195)
Aquí, el autor se permite una valiosa crítica con un trasfondo irónico, trata de decorar el lenguaje gracias a las comparaciones de las que hace uso, una función recursiva para ambientar las situaciones de mayor significación que se desenvuelven en su historia, desde la imagen inseparable del escritor y el matemático.
Martínez, utiliza el apoyo matemático para mostrar también la inverosimilitud de la que a veces es víctima muchos principiantes en el ámbito político y hasta policíaco. Además se vale de sus conjeturas para desdibujar el mundo real que siempre está en continuo devenir, asunto que se desborda en la sociedad posmoderna cuando las criaturas humanas son limitadas a su entorno; a la cotidianidad, y a la ciencia. Todos estos lenguajes contraponen la racionalidad a los cuestionamientos lógicos algo metaforizados y distorsionados por la ficción.
Tanto, la simbología matemática, la literatura, la música, la muerte, el tabaco, y la escritura, se conjugan en todo un drama, peculiaridades que cobijan al autor; para una vez más, dar cuenta de la estética que puede crear toda clase de literatura.
Por lo tanto, Guillermo Martínez, intenta seducir a un lector incauto, pues, si éste soporta la lectura y se engancha en su trama, en el suspenso que emana, irá divagando, hasta escudriñar las ideas mas ocultas que gurda la narración, igualmente crea en el lector una relación diegética, en la que éste, pueda dar diferentes posiciones para resolver el enigma. Así mismo, resulta conveniente señalar la pertinencia con que Guillermo Martínez escribe, pues siempre va en dirección a los saberes que hacen parte de su realidad como matemático, sin desvanecer la importancia del conocimiento que exalta.
En definitiva, la novela crímenes imperceptibles de Guillermo Martínez, se encuentra estructurada por capítulos, y a veces sobresalen fechas indicadas, este recurso es bien utilizado en cualquier pesquisa, donde se hace un seguimiento exhaustivo y certero; esa misma tensión que refleja la literatura, cuando deambula en la búsqueda de tópicos adecuados para las historias, y sobre todo porque permite revelar al mundo todo su provecho.
BIBLIOGRAFÌA:
Carrillo, T. G. (2008) Irrupción de la temática urbana en la literatura argentina Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, Núm.47, p.65-77 Universidad Nacional Autónoma de México. México.
Claudio P. Cid ( ) Las migraciones discursivas en la novela Crímenes Imperceptibles de Guillermo Martínez. Universidad Católica de Córdoba.
Martínez, G. (2004) Crímenes imperceptibles. Planeta.
Ortiz, G. (2007).El hombre y la máquina. Universidad autónoma de occidente. Cali. Colombia.